Infancia en la Sombra
La infancia en Colombia a pesar
de haber conquistado espacios significativos principalmente en lo que tiene que
ver con el reconocimiento de sus derechos, sigue invisible para gran parte de
la sociedad que percibe a niñas, niños y adolescentes NNA, como pequeños
adultos y casi como “objetos” necesitados de caridad, compasión y acaso, atención.
Solo basta dar un vistazo o escuchar a medios de comunicación para enterarse y
palpar la realidad, claro desde esa óptica particular que impacta a gran parte
de la opinión pública.
Han pasado nueve años desde la
promulgación de la Ley
de Infancia y Adolescencia, valioso y pertinente referente que enaltece a
NNA y establece no solo normas sino también orientaciones precisas para que
sean tratados por todos los niveles de la sociedad y del Estado desde una
perspectiva de derechos y valorados como ciudadanos. Pero aunque han sido varios
los escenarios colectivos y muchos esfuerzos individuales en los cuales ya se
asume esta visión de la infancia, aún son muchos los que por desconocimiento,
incomprensión o desidia hacen caso omiso y continúan ignorando la Ley y sus
alcances, hasta el punto que podría hasta plantearse como otra forma de “maltrato”
hacia los NNA: No solo es mencionar y aceptar que existe la Ley sino pensar y
actuar conforme a ella. En un país donde la vulneración de los derechos de NNA
es pan de cada día, resulta incomprensible que teniendo un instrumento para
reafirmarlos, aún la lucha por la conquista esos derechos parezca un imposible.
A pesar de que el Presidente Juan
Manuel Santos desde su primer período de Gobierno ha mostrado interés para
consolidar una Política Pública de Infancia, como nunca antes en la historia de
Colombia se había dispuesto tal voluntad política, la oportunidad de lograrlo
cuatro años después sigue en la sombra. Definitivamente el compromiso de
Instituciones y funcionarios responsables no ha sido suficiente, su accionar no
ha estado a la altura de los NNA, la incapacidad se percibe mientras aún se
mantiene ese imaginario de pensar la infancia solo como una cuestión de
asistencia o creyendo y sobre todo “sacando pecho” que trabajar para ellos y no
con ellos es hacer un favor a la sociedad o para ganarse figuración política.
Por ejemplo para citar solo dos
de muchas situaciones. No puede ser posible que ante uno de los fenómenos más
impactantes para la vida de NNA en Colombia como lo es su reclutamiento para
entrar a las filas de grupos al margen de la Ley, en el caso específico de las
FARC, con quienes el Gobierno tiene diálogos en la mesa de Conversaciones para
el fin del Conflicto, no exista una representación seria, objetiva y sobre todo
sensible que responda por ellos en dicha mesa. Tampoco puede ser posible con el
conocimiento que se tiene resultado de años de investigaciones y seguimientos
sobre la desnutrición de los NNA por toda Colombia y aceptando los casos
extremos en grupos y comunidades específicas, aún sea imposible que se tomen
acciones decididas e innovadoras no solo para disminuir la tragedia sino para
controlarla y evitarla. Podríamos seguir enumerando situaciones que contradicen
lo escrito no solo en Ley sino en la misma Constitución Política sobre los
derechos de los niños, los cuales “prevalecen sobre los derechos de los demás”,
esta realidad no se puede ocultar.
Lo preocupante es que observando
lo que sigue pasando en el día a día a los NNA sin que nadie sea capaz de
asumir ni responsabilidades, ni liderazgos para la transformación de
imaginarios y actitudes frente a ellos, el tiempo se pasa, y con él, una
oportunidad sobre todo en lo que se refiere a la voluntad política para que
niñas, niños y adolescentes colombianos dejen de ser un número más, una
estadística o las “personitas” que solo inspiran ternura, y se logre dar el
gran paso para que ellos se reconozcan como ciudadanos y nosotros aceptar su
ciudadanía.