... al hambre y la desnutrición
Es lógico y de sentido común que una niña o un niño en
recuperación nutricional que deje de recibir solo una de las tres comidas al
día, se descompensa en su “tratamiento”. El hambre sigue y con ella la
desnutrición infantil hace estragos en el país, en la sociedad, a pesar de multimillonarios
recursos “destinados” que no llegan. Por más de 16 años (los que llevo atento a
la situación de hambre que padece la infancia en Colombia) han pasado por la
Dirección Nacional del ICBF gente de toda clase y origen geográfico, pero sin
la capacidad, sin el liderazgo y sobre todo sin la sensibilidad para asumir
responsablemente el estado de niñas, niños y adolescentes como sujetos de
derechos, como ciudadanos; en este caso la sociedad también tiene su cuota de
responsabilidad por la apatía de exigir cuentas y por no sancionar socialmente
a quienes fracasan en su misión pública. Pero mientras se siga tratando a la
infancia como un asunto de caridad, de asistencia, de cifras, y funcionarios
continúen creyendo que hacen un favor a la sociedad sentados en sus puestos,
sonriendo en fotos a lo largo y ancho del país (preciso junto a niñas, niños y
adolescentes), nada pasará, y la proclama de la Constitución que expresa y
obliga al Estado, Gobierno y Sociedad a garantizar los derechos de la infancia,
seguirá siendo una mancha en el papel, o un plato limpio, sin comida.