“Yo no soy menos
que nadie” dijo un niño en el Putumayo a un periodista que lo entrevistaba.
El lenguaje no
es neutral, refleja y al mismo tiempo construye realidades, la forma en que
designamos las cosas, las personas y sus realidades, manifiesta la
manera como las concebimos. Es por ello indispensable analizar lo que
describe nuestra forma de referirnos a niños y adolescentes. A través del
lenguaje se construyen relaciones de poder, y en el caso de los ciudadanos que
aún no tienen la edad para ser considerados adultos, una condición de
incapacidad. El vocablo menor refleja una situación relacional en la que
siempre habrá un mayor, además la Ley de Infancia y Adolescencia desde 2006 cambió
el término “menor” por el niños, niñas y adolescentes NNA, así como la mayoría de
acuerdos internacionales en relación a los derechos de los niños también lo han
hecho. Promovemos cambiar esta denominación hacia los niños y adolescentes arraigada
en el léxico cotidiano como un primer gran paso de reconocimiento, respeto y valoración
de los derechos de la infancia colombiana.