miércoles, 28 de octubre de 2020

¡NIÑOS AL COLEGIO!

 ¡Abran los Colegios Ya!

Por Isabel Segovia (Publicado en El Espectador el 27 de octubre de 2020)


Pensaría que este es un llamado innecesario. Que cualquier país, por más pobre y subdesarrollado, se uniría alrededor del grupo poblacional más importante, el que definirá el futuro y para el que supuestamente trabajamos todos: los niños. Sin embargo, la pandemia evidenció que en Colombia ellos no importan. Son los más afectados por esta situación: han estado encerrados y aislados, desescolarizados, muchos maltratados, otros pasando hambre y algunos hasta explotados. Nos hicieron creer que las medidas de contención se pensaron para protegerlos. De pronto lo fueron al inicio, pero hace rato dejó de ser así y cada día que pasa los vulneramos más.

Desde hace varios meses los gobernantes nacionales y locales dejaron salir al dictador que llevan dentro y decidieron contener a los colombianos a punta de miedo, negando la evidencia, cada vez más documentada y con mejores datos. En una sociedad asustada, la evidencia se vuelve irrelevante y las redes sociales y la desinformación no ayudan. Las malas noticias, aun las fútiles científicamente, se propagan en segundos y justifican nuestros miedos; las buenas, las significativas, no les interesan ni a los dirigentes, sobre todo si contribuyen a perder el control de la situación.

Pero la evidencia es contundente: los niños se contagian menos que los adultos, la mayoría son asintomáticos y no son mayores vectores de propagación del virus. Incluso ahora que los adultos salen de sus casas, en muchos casos los niños están más protegidos en los entornos escolares que en sus hogares. También está plenamente comprobado que, al violarles su derecho a la educación, o al brindarles la “oportunidad” de estudiar a través de guías y, en el mejor de los casos, con algo de virtualidad, no sólo se están atrasando y desescolarizando, sino que se están ampliando más las brechas en un país que ya es terriblemente desigual. Ni hablar del impacto emocional y social: hambre, maltrato, abuso, soledad y depresión (importante mencionar que los niños privilegiados también se están retrasando emocional y académicamente. Este año será perdido para todos y, entre más tiempo pase, va a ser peor).

Mientras el Gobierno hace lo mínimo, evade responsabilidades y se pasa el balón entre la nación y las entidades territoriales, la mayoría de los colegios siguen cerrados. Sospecho que el rebrote del virus (que sucederá) será la excusa para mantenerlos así y los niños pasarán otro año sin educación. Para empeorar el escenario Fecode, egoísta y mezquino, aprovechó la situación para cobrarle al Gobierno las “deudas” con los maestros. Lindo hubiera sido verlos protestar por el derecho de los niños a una educación en sus colegios.

Varios llevamos meses dando una voz de alarma sobre lo que sucede. Moisés Wasserman, Alejandro Gaviria, Juanita Goebertus, Francisco Cajiao, Carolina Piñeros, Sandra García, Camilo Solano, así como diferentes investigadores, secretarios de Educación, rectores de colegios y maestros que no se identifican con el sindicato reiteradamente hemos levantado la mano; pero al parecer sólo nos estamos comunicando entre nosotros. Quienes tienen el poder de decisión siguen haciéndose los sordos. Este año vemos el impacto de la pandemia en la salud; el próximo será en lo económico, y si seguimos con los colegios cerrados, el impacto social se verá en toda una generación.


miércoles, 8 de julio de 2020

PRIMERO JARDINES Y COLEGIOS

Infancia visible.

Compartimos este artículo de www.sciencemag.org con una reflexión valiosa sobre lo que significa  iniciar actividades escolares en este momento de la Pandemia.

https://www.sciencemag.org/news/2020/07/school-openings-across-globe-suggest-ways-keep-coronavirus-bay-despite-outbreaks

jueves, 14 de mayo de 2020

EL NIÑO DELMUNDO

Fragmento de El Niño del Mundo, presencias en primera infancia.

DICIEMBRE 4

Diciembre es una época sabrosa por las brisas, su llegada a alborotar todo da inicio oficial al verano y a la recta final del año. Las fuertes brisas del Nordeste que desde el mar Caribe entran a tierra firme por La Guajira y alcanzan a llegar al Valle encajonadas entre las dos sierras hacen el calor más llevadero, ese mes los días son más frescos. Pero el Nordeste así de sabroso también incomoda porque trae tierra en grandes cantidades. Durante este tiempo hay que limpiar las cosas tantas veces como sea posible por la cantidad de polvo que viene con él, bañarse repetidamente para despercudir el cuerpo de la tierra volada que se le pega a uno y asear las casas enteras a cada rato, sobre todo para recoger la incalculable cantidad de hojas secas que la brisa lleva y trae y aparecen hasta donde menos uno se imagina. 

Con cuatro años recién cumplidos conocía bien el entorno de casa, los andenes cercanos así como las viviendas vecinas y sus patios, pero también empecé a ir más allá y pude disfrutar mejor la ciudad. En esa misión mis tíos eran cómplices, salíamos con ellos y mi hermano a recorrer las calles del Centro, de los barrios Cañagüate y Obrero agarrados de sus manos o montados en sus hombros cuando ya nuestras piernas cansadas nos obligaban a pedir ayuda. Todas las personas a quienes saludaban y con quienes se encontraban, sus amigos, también eran nuestros amigos, así fue que la ciudad pequeña e íntima y su festiva alegría que en  diciembre crece estrepitosamente se metió cariñosamente en la memoria. 

Con el tiempo los olores de la ciudad al igual que los siempre firmes olores de la casa se traducían en sensaciones, rostros, sorpresas, alegrías y hasta miedos; el aroma de las flores del Azahar de la India del patio, el olor de las arepas de queso y de los plátanos maduros asados al carbón cuando iba con La Crem, mi abuela, de mañanita a comprar la leche para el desayuno, claro el olor a leche y a los quesos, sentir el vapor de los bollos de mazorca, el olor a cajetas de cartón de las tiendas o el olor al aceite de motor mezclado con hierro cuando pasábamos frente a la reja del taller de maquinaria agrícola a una cuadra de la casa, allí un Pastor Alemán escondido entre las llantas de un enorme tractor siempre me sorprendía asustándome con sus ladridos monstruosos que me hacía correr más rápido que el mismísimo Nordeste. 

Diciembre es también el mes cuando más veo gente extraña por la llegada de las visitas, de los familiares, de los estudiantes, de todos quienes viven lejos fuera de la ciudad y llegan al encuentro inaplazable del fin de año en casa. Es el mes del cielo azulito, de las cometas coloreándolo de día y zumbando bajo él por las noches hasta el amanecer, de contar estrellas, de los foquitos de colores, de la música desenfrenada y de más pólvora, porque en Valledupar durante todo el año a cualquier hora y por cualquier motivo los cohetes retumban celebrando la vida pero en diciembre se multiplican así como las fiestas desde donde los lanzan. 

Ese mes las noches son frías. El clima cálido y seco que nos acompaña la mayor parte del año con el Nordeste cambia, las brisas hacen descender la temperatura por las noches: Si, hace frío. Así que a las ocho de la noche cuando en otras épocas casi todos estábamos en el patio oyendo cuentos de la gente, partidos del campeonato de fútbol o noticias en la radio, jugando o siendo arrullados con los cantos del Cucurucú, las picardías de Tío Conejo o los cuentos miedosos del Paralante y el Silvorcito en diciembre no era así, desde temprano ya todos estábamos al interior de la casa haciendo lo mismo pero adentro, escuchando además las voces del viento deslizarse entre los canceles de las ventanas y las celosías de las puertas y los techos, acompañar a las notas volátiles de caja, guacharaca, acordeón, de las guitarras, de los alegres cantos y carcajadas que desde algún patio del viejo valle revoloteaban consintiendo con su arrullo al espíritu de todos, ese mismo espíritu que vive con nosotros hoy y nos aparece de vez en cuando entre sueños y en la palpitaciones diarias del recuerdo.

A los cuatro años junto a ese diciembre me reconocí como un habitante más en este pedazo del Caribe colombiano.

jueves, 23 de abril de 2020

NIÑOS SANOS FRENTE AL COVID 19

Programa de Acción UNICEF

 Programa de Acción UNICEF

Compartimos el llamado que hace UNICEF para proteger a los niños ante esta nueva realidad mundial que nos hace reafirmar el compromiso con la infancia y a repensar la relaciones que se han constituido alrededor de su papel dentro de la sociedad.

PROTEGER A LOS NIÑOS MÁS VULNERABLES DE LOS EFECTOS DE LA ENFERMEDAD POR CORONAVIRUS (COVID - 19)


jueves, 20 de febrero de 2020

LOS NIÑOS MERECEN SER PLANEADOS Y AMADOS

Datos del reporte de la Comisión UNICEF-OMS-Lancet sobre el futuro de los niños.

Colombia es el país con el mayor porcentaje de niños por fuera del matrimonio y el segundo país con el menor porcentaje de niños viviendo con dos padres. 

En Colombia nos acostumbramos o ¿nos acostumbraron? a decir que queremos a los niños y protegemos sus derechos para mostrarnos sensibles y recibir aprobación, pero el cuento de “defender” a la infancia va más allá de la palabrería, son las acciones sensatas y libres más no las emociones básicas las que hacen diferencia, cambian vidas y logran transformar la sociedad.

miércoles, 15 de enero de 2020

DERECHOS




Compartimos la columna de Ana Cristina Restrepo Jiménez publicada en el periódico El Colombiano.

"ABORTO Y DESIGUALDAD

“Toda sociedad puede elegir entre los niveles y tipos de desigualdades que tolera. Para que las intervenciones sean eficaces es preciso identificar los impulsores de la desigualdad”, Informe “Desigualdades en el desarrollo humano en el siglo XXI” del PNUD.

La desigualdad en América Latina ha obstaculizado la implementación del Estado de derecho. La falta de acceso a la interrupción voluntaria del embarazo (IVE) oportuna y segura replica el ciclo de inequidad, y su criminalización aumenta el riesgo de mortalidad en las mujeres más pobres. En contraste, quienes cuentan con recursos económicos pueden elegir un lugar que garantice su salud.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud*, entre 2010 y 2014 hubo un promedio anual de 56 millones de abortos provocados (con o sin condiciones de seguridad). Entre un 4,7 % y un 13,2 % de la mortalidad materna anual puede atribuirse al aborto inseguro. En los países en desarrollo, cada año, alrededor de siete millones de mujeres son hospitalizadas por abortos inseguros. ¿Cuánto le cuestan a un sistema de salud las IVE mal practicadas? ¿Cuántas mujeres mueren en consecuencia sin que lo registren las estadísticas?

La abogada Natalia Bernal presentó demandas ante la Corte Constitucional que buscan penalizar la IVE en todas las circunstancias. Bernal aseguró en Caracol televisión que su iniciativa carece de motivaciones religiosas y que se basa en “evidencias científicas” de las secuelas en sobrevivientes a intentos de aborto. Sin considerar recursos de mantenimiento, quiere abrir “una Fundación para recibir a todos los niños que no son deseados”, como lo hizo Teresa de Calcuta, a quien cita como fundamento en su libro Derecho a la información y prevención del aborto provocado.

Esta apuesta abierta a la sobrepoblación parte de la premisa de que su Fundación cuidaría a cada uno de esos seres “despreciados por su madre” (palabras de Bernal) o asume que serían adoptados. Asiste la razón a la demandante en cuanto a los posibles traumas derivados de la IVE –un aborto es una cicatriz–; no obstante, el problema de su óptica de caridad cristiana es que regresar a la penalización total les quitará la posibilidad de decidir a las mujeres más vulnerables (económica, geográfica y socialmente). Bernal las condena a ellas y sus hijos a replicar ciclos de pobreza.

Vale precisar que la sentencia C-355 de 2006 no permite que las mujeres decidamos con total autonomía: los tres casos despenalizados dependen de un concepto médico. Se calcula que desde la despenalización se han practicado ochenta mil procedimientos en Colombia. Aunque la sentencia es pionera y ha afrontado múltiples obstáculos (evidenciados en decenas de tutelas), limitar a ciertos casos excluye.

El magistrado Alejandro Linares propone despenalizar la IVE en todos los casos antes de la decimosegunda semana de gestación. Sus Señorías tienen la palabra: Alberto Rojas y José Fernando Reyes están a favor; Carlos Bernal, Luis Guillermo Guerrero y Cristina Pardo, en contra. Los indecisos: Gloria Ortiz, Antonio José Lizarazo y Diana Fajardo. Más que el espíritu liberal, decidirá la conciencia social.

Penalizar el aborto tiene un impacto selectivo: la persecución de las mujeres más vulnerables. Profundiza la desigualdad, esa que ha arrojado multitudes a las calles.

¿Estamos dispuestos a tolerar este tipo de inequidad?

La propuesta de Linares no obliga a nadie a abortar. En cambio, sí podría ayudar a detener ciclos de inequidad."

*Publicación junio 2019.