miércoles, 30 de enero de 2013

CULTURA VALLENATA: Niños viviendo ciudadanía



Al norte de Colombia se extiende un territorio que desde época prehispánica ha sido escenario de múltiples migraciones que han configurado una población con características particulares. Allí en un momento fundamental grupos indígenas se unieron con europeos conquistadores y negros africanos en fusión cultural que sentó bases desde donde se comenzó a gestar un tipo de música que evolucionaría hasta convertirse en un elemento de identidad esencial: la música vallenata, que trasciende a cultura vallenata dada la significativa influencia que se expande y constituye la vida regional. La llegada del acordeón diatónico a finales del siglo XIX, instrumento melódico que reemplazó el limitado registro de flautas indígenas y que se constituyó en elemento clave en el proceso de cohesión musical, consolidó la dimensión musical que se conoce actualmente. La música y la cultura vallenata están en el imaginario colectivo, pertenecen a la identidad de cada persona que habita la región y es aprehendida desde la infancia desde los hechos que se viven en la cotidianidad. Aunque este hecho cultural se extiende por el país es la ciudad de Valledupar su epicentro geográfico y cultural, allí desde el año 1968 en el mes de abril se lleva a cabo el Festival de la Leyenda Vallenata, evento cuyo propósito va más allá de resaltar los valores musicales sino que relata de forma continua la vida cotidiana. “La identidad es una construcción que se relata”. (Canclini, 1995)

Creado en torno a la conmemoración de un hecho histórico transfigurado en milagro religioso y en leyenda de la tradición oral, el Festival sostiene el andamiaje de la cultura vallenata. A su alrededor se realizan actividades que además de exaltar, fortalecen la estructura de la identidad local: foros sobre música y folclor, se resaltan valores tradicionales reconociendo la importancia de la tradición oral, se recrean colectivamente costumbres y se realizan concursos para escoger los mejores intérpretes de la música vallenata. Los niños son protagonistas en todo este escenario, allí radica parte del éxito no solo del evento sino de la acogida que esta música tiene y a pesar de que existe proyección internacional y el mundo actual que viven niños permite la influencia de “otras” atractivas formas de cultura, lo esencial se mantiene, perdura como un escudo protector.

Esta fortaleza se convierte en la gran oportunidad para reafirmar la conciencia ciudadana en los niños, ya que facilita su participación permanente, sostenida, asumiendo conscientes una posición como parte importante del grupo social y eso es esencial para que sean percibidos y consoliden su papel como sujetos, además porque ésta apropiación se proyecta haciéndose visible en otros contextos y sirve de ejemplo y modelo para construir ciudadanía desde lo esencial, desde su propia identidad.

La diversidad cultural que tiene Colombia constituye un factor importante para plantear alternativas de construcción de ciudadanía desde el diseño de políticas públicas hasta su ejecución en coherencia con las identidades culturales particulares, teniendo siempre en cuenta a los niños no solo como beneficiarios de las políticas, sino como actores que aportan desde sus experiencias de vida y necesidades elementos que mejoran su impacto en la sociedad y consolidan la interrelación niños-ciudadanía-gobierno. Por otra parte los elementos que caracterizan a los grupos específicos de la sociedad como las músicas tradicionales y la cultura que las sostiene, son vehículos efectivos para sustentar sus identidades en especial si se parte de su reconocimiento desde la infancia, y junto a la tradición lograr establecer estrategias que las enriquezcan convirtiéndose en fuentes inacabables de creación y soporte para que cada grupo social inmerso en su propia experiencia cultural se mantenga con su razón de ser.

García, Canclini Néstor. Las Identidades como Espectáculo Multimedia. Consumidores y Ciudadanos: conflictos multiculturales de la Globalización. México D.F. Editorial Grijalbo 1995.

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