Casi todos los niños y niñas tienen un liderazgo innato que muchas veces pasa desapercibido por sus padres, familiares e incluso en la escuela. Ese liderazgo se manifiesta desde el interés, las capacidades y las destrezas qué ellos demuestran en las diversas áreas del conocimiento: ciencias naturales, ciencias sociales, matemáticas, lenguaje; en aquellas que exigen percepción estética: artes y vocacionales y, también en las exigen actividad física y práctica deportiva.
El liderazgo no es exclusivo de una área específica y solo cuando se reconoce que desde el desarrollo de sus individualidades niñas y niños pueden brindar aportes significativos para la convivencia escolar y para la aceptación familiar o comunitaria, se logra hacerlos visibles no solo como sujetos de derechos sino como los ciudadanos que desde el presente hacen su aporte para el desarrollo de la sociedad.
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